Musica para corbatas y cuellos I

Nunca una corbata había reparado en ese cuello. No había nada especial en él. Apesadumbrado por haberse engañado a si mismo que esa vez sería diferente, miró al cielo desde su lecho de agonía, ese que ahora hacía las veces de antesala a la visita menos esperada, pero más contundente e irreversible, y contempló su insoslayable soledad.
Sabía que la camisa que habitaba ya no tenía vida en sus hilos, sólo subsistía él, incapaz de sostenerse a si mismo por mucho mas tiempo. Y pensar que ese último apretón había sido diferente a los demás le daba un ligero, moribundo y casi imperceptible suspiro de vida, porque algo percibió esa tarde en la mirada de aquella corbata mientras se distanciaba sin remedio, algo que no podía develar… pero ya nada de eso importaba, ninguno de esos vanos recuerdos le iba a insuflar la vida y el ímpetu que lo identificaron hace ya mucho tiempo. La impotencia lo envolvía con su furia silenciosa, reflejando su eficacia en una pequeña gota de agua salada, que cayo inerte al suelo…cuando por fin… la única música del lento latir de su corazón empezó a callar, sus resignados ojos empezaron a cerrarse, sin mas remedio… pero de pronto… sus casi sordos oídos de seda empezaron a golpearle con furia desesperada, diciéndole “¡todavía no, todavía no!”. Apenas pudo entreabrir un ojo, cuando la vio…