jueves, 31 de enero de 2008

Música para corbatas y cuellos

Cuando la musica viene de corbata, no hay camisa que se le resista. Y la corbata se enrosca, cual vívora se enrolla pero sin asfixiar, con el más apretado abrazo de oso, sin más noble propósito que el de acojer al dócil cuello de la camisa que, sabiendo que puede doler el apretón, disfruta del calor de esa adictiva opresión y la extraña con el frío más penetrante cuando esas suaves escamas se distancian de su piel. Sin mas remedio que dejarse liberar, el cuello gastado de la camisa encuentra consuelo al contemplar de a ratos las marcas que su corbata dejó al irse. Sin saber si el tiempo lo pondrá nuevamente en el errante y hondo camino de la corbata, su deseo por sentir esa musica ceñida y tórrida, ese sonido mudo que ensordece al mas severo e injusto, se acrecienta al tiempo que se suceden las estaciones cálidas. Pero un nuevo invierno está en la puerta para entrar sin permiso en cuanto se lo proponga, y las marcas del cuello son cada vez más débiles, confundidas con rastros de otros maltratos, de otras fábulas. Ya sin el abrigo de aquella corbata que supo ser la música más bella que jamás oyó, atraviesa a duras penas los escollos, y el frío lo desdobla, ya no bastan sus intentos, su fuerza desapareció varios compases atrás, sordo de ruidos sin melodías, el cuello alivia su tela y se deja divagar por borrosos recuerdos, de nudos como abrazos, de apretones en mimos, traducidos en pasión de los que se saben fuertes, en ternura de los que se reconocen débiles, en musica de corbatas.

1 comentario:

Merce dijo...

Impecable!!!... ...